TOMADO DEL LIBRO: LOS DOGMAS DE MARIA.
“Yo soy
así se llamó a sí misma
“¡Ave María!” Con estas palabras saludamos
siempre y en todas partes a la que las oyó por
primera vez en Nazareth. Al recibir este saludo, fue
llamada por su nombre; así la llamaba su familia y
los vecinos que la conocían; con este nombre fue
elegida por Dios. El Eterno la llamó por este
nombre ¡María! ¡Miriam! Sin embargo cuando
Bernardita le preguntó su nombre, no contestó
“María”, sino
“Yo soy
De este modo se denominó a sí misma en Lourdes
con el nombre que le había dado Dios desde la
eternidad; sí, desde toda la eternidad la eligió con
este nombre y la destinó a ser
el Verbo Eterno. Y, en fin, este nombre de
Inmaculada Concepción es mucho más profundo y
más importante que el usado por sus padres y la
gente conocida, el nombre que Ella oyó en el
momento de
Juan Pablo II, 10 de febrero de 1979,
Homilía en
María, plena de gracia santificante desde el primer instante de su concepción
“
privilegio singular por el cual
Creemos como verdad de fe, que el alma de María desde el primer instante de su
existencia, estuvo adornada con la gracia santificante. Creemos que no hubo momento alguno en el cual María se hallase en enemistad con Dios; creemos que en ninguna circunstancia de su vida, ni siquiera en el instante de su concepción, estuvo sometida a la esclavitud del demonio, proveniente del pecado.La mancha del pecado original, alcanza y contagia indefectiblemente a todos aquéllos que reciben de Adán la naturaleza humana. La generación paterna al dar una naturaleza humana despojada de la gracia santificante, es el vehículo de la transmisión de aquel pecado.
Esta ley universal tiene, sin embargo, una excepción gloriosa, pues Dios, en vista de los
méritos de Nuestro Señor Jesucristo, por gracia y privilegio singular, ha suspendido en María la aplicación de esta ley.
Según esto, María, al ser concebida, no recibió como los demás hombres una naturaleza
manchada por el pecado, sino una naturaleza adornada con la gracia de Dios, libre de pecado original, o sea, una naturaleza “inmaculada”.
En esta inmunidad de la mancha del pecado original y posesión de la gracia santificante,
desde el primer instante de su existencia, consiste pues
Este privilegio muy glorioso, verdadero milagro espiritual, fue que la omnipotencia de
Dios la preservó en su concepción del pecado original, lo cual fue concedido en vista de los merecimientos de Nuestro Señor Jesucristo, que en tanto para todos obran restaurando y reparando en ellos lo que el pecado destruye, para María obraron en manera mucho más elevada y profunda, a saber, preservándola de la caída del pecado.
De la misma manera que al pasar el Arca de
detuvo ante los israelitas las aguas del Jordán, que no se atrevieron a tocarla (Josué 3,15-16), cuando llegó María a la existencia, el poder misericordioso de Dios detuvo junto a Ella las aguas que traían la infección universal del pecado, no permitiendo que tocaran ni mancharan a aquella criatura escogida entre todas para ser
primeras páginas: “Dijo el Señor Dios a la serpiente: por cuanto hiciste esto, maldita eres entre todos los animales de la tierra, andarás arrastrándote sobre tu pecho y tierra comerás todos los días de tu vida. Yo pondré enemistad entre tí y la mujer, y entre tu raza y ladescendencia suya: Ella quebrantará tu cabeza, y tú andarás acechando a su calcañar” (Gn. 3,15).
Este pasaje del Génesis suele llamarse “Protoevangelio”, precisamente por la naturaleza
de la profecía encerrada en sus palabras.La serpiente indica al demonio.
“Con este oráculo divino fue preanunciado clara y abiertamente el misericordioso Redentor del género humano, o sea el Hijo Unigénito de Dios, Cristo Jesús, y designada su bienaventurada Madre,
(Pío IX, Bula “Ineffabilis Deus”).
Dice Bousset, que de
reparación, ocupa aquel lugar que ocupó Eva en el orden de la perdición, pues según enseñan esas insignes palabras del Génesis, todo lo que el demonio escogió para la ruina del género humano, fue dispuesto divinamente por Dios para nuestra salud. Y al nuevo Adán, o sea Cristo, debe unirse con nexo indisoluble, para destruir las obras del demonio, la nueva Eva, o sea María.
Esta realidad hizo exclamar a San Juan Crisóstomo en una homilía de Pascua:
“Regocijémonos todos y estremezcámonos de alegría. Común debe ser
nuestro gozo porque la victoria de hoy es el triunfo del Salvador. ¿Acaso no lo ha
hecho todo Cristo por nuestra salvación? Con las mismas armas que empleó el
diablo para derribarnos, ha sido vencido. ¿Cómo?, me diréis. Escuchad:
Una virgen, un árbol y la muerte representan una derrota. Ved ahora cómo
esas tres cosas se han convertido en victoria para nosotros. Por Eva tenemos a
María; por el árbol de la ciencia del bien y del mal tenemos al árbol de la cruz; por
la muerte de Cristo. ¿No veis al demonio derrotado con las mismas armas que se
sirvió para el triunfo?”.
Pues bien, si Jesús es el nuevo Adán y María la nueva Eva, María había de ser
“Inmaculada” completamente libre de todo pecado, aún libre del pecado original.
En las palabras que usa el Arcángel San Gabriel para anunciar a María el misterio de la
Encarnación también encontramos claramente implícito el privilegio de
Concepción:
“Salve, llena de gracia, el Señor es contigo, bendita tú eres...” (Lc. 1,28).
Esta plenitud de gracia, tan ilimitada, y tan completa, otorgada y ordenada, según lo
indican las palabras del Ángel, a hacer a María digna de la altísima misión a que había sido llamada, no podía decirse de quien alguna vez siquiera hubiese estado manchado con el pecado. Igualmente al decir que el Señor está con Ella, con María, plenamente, sin limitación alguna de tiempo.
La expresión griega Kejaritomeni, Llena de Gracia, hace las veces de nombre propio en la alocución del Ángel: “Salve, Llena de gracia”, tiene que expresar una nota característica en María, la dotación de todas las gracias en plenitud singular por su elección para Madre de Dios, y esto desde el primer instante de su existencia
.
Santa Isabel, henchida del Espíritu Santo, dice a María: “Bendita Tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre” (Lc. 1,42). La bendición de Dios que descansa sobre María, es considerada paralelamente a la bendición de Dios que descansa sobre Cristo en cuanto a su humanidad. Tal paralelismo sugiere que María, igual que Cristo, estuvo libre de todo pecado desde el comienzo de su existencia.
Breve historia del dogma – Testimonios de
Antigüedad de la fiesta – Controversias y votos – La doctrina de Duns Scoto
En la historia del gran dogma de
El primero se extiende desde los comienzos de
En los primeros siglos del cristianismo, la fe en
explícita, estaba comprendida en la fe sobre la excepcional santidad de María con su
singularísima pureza.
En el llamado Protoevangelio de Santiago, escrito en el siglo II queda clarísimo que toda fealdad sea excluída de María para que sea digna Madre del Señor, y con más razón esto vale para el alma.
El mártir San Hipólito –hacia el año 235- que comparaba a Nuestro Señor con el Arca de
“El Señor estaba exento del pecado, habiendo sido formado de un leño no
sujeto a la corrupción humana, es decir de
Y semejantes a éstas se hallan numerosas expresiones y explicaciones en los escritos de
los Padres que confirman la fe primitiva en la pureza total y plena de María.
Dice San Efrén a Jesucristo y con él toda
“Tú y tu Madre sois los únicos que en todo aspecto sois perfectamente
hermosos pues en Ti Señor no hay mancilla, ni mancha en tu Madre”.
San Ambrosio, comentando el salmo 118 se dirige al Señor diciéndole:
“Ven, oh Señor, en busca de tu fatigada oveja... no por medio de
mercenarios sino Tú mismo... por medio de María, Virgen inmune, por la gracia,
de todo pecado”.
Los Padres griegos fueron especificando este dogma antes que en Occidente. Ya en el
siglo V en Oriente se formula esta doctrina con claridad extraordinaria.
Anfiloquio de Sida –que estuvo presente en el Concilio de Éfeso- dice:
“Dios creó a
Y escribe el adalid de Éfeso, San Cirilo de Alejandría:
“¿Quién oyó jamás decir que un arquitecto, después de haberse construido
una casa, la ha dejado ocupar y poseer primeramente por su enemigo?”
Así, a lo largo de los siglos se transmite con total claridad, confianza y seguridad, el
dogma de
En el segundo período encontramos el dogma de
importante destacar la trascendencia de esto porque la liturgia es el culto oficial de
En sus comienzos la fiesta también se llamó de
Por otra parte la fiesta fue celebrada por muchas iglesias separadas por siglos de
Un tercer período se extiende entre los siglos XII y XVIII. Es el período de las
controversias. La celebración se extendía pero no se aclaraba suficientemente su doctrina. Impresiona la gran lucha teológica durante los siglos XII y XIII alrededor de este gran privilegio de María Santísima. Muchas fueron sus causas, que escapan a los límites de este pequeño trabajo.
Entre ellas encontramos una oposición a la fiesta por parte de San Bernardo –uno de los
más grandes devotos de María- y siguiendo a él, otros escolásticos ilustres y aún santos, como San Alberto Magno, Santo Tomás de Aquino, que no llegaron a ver con claridad esta gloria de
San Anselmo, padre de la teología escolástica, por ejemplo, dice:
“Era conveniente que con aquella pureza de la cual no hay mayor debajo de
Dios, resplandeciera
Hijo, a la cual el mismo Hijo elegía para hacerla sustancialmente su Madre, y de la
cual el Espíritu Santo quería y habría de obrar de manera que fuese concebido y
naciera Aquél del cual El mismo procedía”. Afirma también que “de Cristo ha
venido la limpieza de María”.
Y sin embargo no concluyó San Anselmo
palabras está virtualmente contenida.
Este hecho, verificado en grandes teólogos y santos, muestra un designio de Dios, que ha querido sólo para su Iglesia la infalibilidad y no para sus doctores particulares, los cuales son guías de la ciencia pero no regla en la fe.
Siempre, sin embargo, hubo ardientes defensores de
A principios del siglo XII, Eadmero, discípulo de San Anselmo, se queja de que en
algunos lugares se quita la fiesta y escribe el primer tratado defendiendo
Concepción. Y el Beato Raimundo Lullio escribe: “quien concibe una mancha en
El movimiento más fuerte se produjo a fines del siglo XIII, dirigido por el franciscano
Beato Duns Scoto quien fue esclareciendo los fundamentos en los que se apoya el dogma, dividió en dos campos netos a los teólogos de los siglos XIV y XV, hasta que todo se superó con la definición de Pío XI. Pero para ello debieron pasar cuatro siglos.
La doctrina de Scoto se resume así: “Potuit, decuit, ergo fecit” – “Pudo, quiso, por lo tanto lo hizo” ¿Pudo Dios preservarla del pecado original? ¿Quiso hacerlo? ¿Convenía? Luego lo hizo.
“La intuición del beato Duns Scoto, llamado a continuación el “doctor de la
Inmaculada”, obtuvo, ya desde el inicio del siglo XIV una buena acogida por parte
de los teólogos, sobre todo los franciscanos”.
(Juan Pablo II, 5 de junio de 1996,
catequesis en la audiencia general).
Scoto en sus comentarios distingue entre redención liberativa del pecado original ya
contraído, y redención preservativa, merced a la cual en previsión de los méritos redentores de Jesucristo, fue
Y así enseña nuestro Santo Padre Juan Pablo II:
“La absoluta enemistad puesta por Dios entre la mujer y el demonio exige,
por tanto, en María,
pecado, ya desde el inicio de su vida. El Hijo de María obtuvo la victoria
definitiva sobre satanás e hizo beneficiaria anticipadamente a su Madre,
preservándola del pecado.
Como consecuencia, el Hijo le dio el poder de resistir al demonio,
realizando así en el misterio de
de su obra redentora”.
(Juan Pablo II, 29 de mayo de 1996,
catequesis en la audiencia general).
En el año 1325 se discutió por varios días el problema ante el Papa Juan XXII y éste se
inclinó por la doctrina de
En 1387
verdad. El Papa confirmó la sentencia. En 1401 hubo un discurso que resultó célebre por la defensa de
El concilio de Basilea definió, el 17 de septiembre de 1439
En 1476, Sixto IV en
Al finalizar aquel siglo se produce el descubrimiento de América. Cristóbal Colón ofrece las dos primeras islas a Jesús y María. A la primera le da el nombre del Salvador y a la segunda Santa María de
Para el acto solemne del rito de los 7000 estudiantes de la universidad de Salamanca,
Lope de Vega compuso “La limpieza no manchada”. En el caso de la de Granada el voto se llamó “de sangre” ya que añadía a la fórmula de defender
“no entendía comprender a
La suma importancia de esta declaración produjo efectos tales que no se puede hablar de
disputa a partir de ella. En 1547, San Pío V condenó la doctrina de Bajo, que atacaba a
En 1661, Alejandro VII inicia una etapa trascendental en el camino hacia el dogma. La
creencia de que María es Inmaculada es retenida en general, pero hay quienes la atacan desde púlpitos y escritos, como también el culto y la devoción a ese misterio. Entonces el Papa da su Bula “Solicitudo omniun Eclesiarum”, para reafirmar las decisiones de sus antecesores a favor de la sentencia y prohibiendo que “directa o indirectamente” se pueda poner en duda, y para reafirmar su fiesta y su culto, en la cual manifiesta:
“Antigua es la piedad de los fieles cristianos para con la santísima Madre,
creación e infusión en el cuerpo, fue preservada inmune de la mancha original, por
singular gracia y privilegio de Dios, en atención a los méritos de Su Hijo
Jesucristo, Redentor del género humano, y que en este sentido veneran y celebran
con solemne ceremonia la fiesta de su concepción...
Nos, considerando que la santa romana Iglesia celebra solemnemente la
festividad de
queriendo, a ejemplo de nuestros predecesores los romanos pontífices, favorecer a
esta laudable piedad y devoción y fiesta, y al culto en consonancia con ella, jamás
cambiado en
salvaguardar esta piedad y devoción de venerar y celebrar a
María preservada del pecado original, claro está, por la gracia proveniente del
Espíritu Santo..., en atención a la instancia a Nos presentada y a las preces de los
obispos con sus iglesias, y del rey Felipe y de sus reinos; renovamos las
constituciones y decretos promulgados por los romanos pontífices, principalmente
Sixto IV, Paulo V y Gregorio XV, a favor de la sentencia que afirma que el alma
de Santa María Virgen en su creación e infusión en el cuerpo fue obsequiada con
la gracia del Espíritu Santo y preservada del pecado original, y a favor también de
la fiesta y culto de
conforme a esta piadosa sentencia, y mandamos que se observe bajo las censuras y
penas contenidas en las mismas constituciones”
(Alejandro VII, Bula “Solicitudo omnium Eclesiarum”,
8 de diciembre de 1661).
Siguen las severísimas sanciones a quienes de manera “directa o indirecta” se opongan a
esto u “osaren promover alguna disputa respecto de esta sentencia, fiesta y culto”, y detalla minuciosamente las formas en que se podrían oponer, y ratifica las sanciones de los Papas anteriores, agregándole otras, que suponían “la inhabilitación perpetua para predicar, leer públicamente, enseñar o interpretar , y que no podrían ser absueltos sino por él mismo o sus sucesores”. Prohibe también los libros, escritos de sermones, o frases, o tratados, o disputas en los que se pone en duda dicha sentencia, fiesta y culto”.
Esta Bula precede directamente a la del Beato Pío IX con la definición y proclamación del dogma. Medio Siglo después, en 1708, Clemente XI mandó que la fiesta sea obligatoria en toda
Muchas naciones y pueblos lucharon por
Asturias, Portugal, Polonia, Baviera y España, que se distinguió singularmente por esos pedidos de sus monarcas y por lo que oró y bregó su pueblo. A España siguieron las naciones por ella cristianizadas en América.
España y el dogma de
Como estamos viendo, España fue parte activa y decisiva en la definición dogmática de
Antes de la controversia, se tenía la fiesta como se dijo, en el rito de San Isidoro en el
siglo VI. La devoción fue creciendo, y en el siglo XV eran muchas las Iglesias, capillas y ermitas dedicadas a
La disputa y verdadera agitación, comenzó en el siglo XIV. En esos años surge Raimundo Lulio, su gran defensor, con su “Libro de
En Castilla, San Fernando levanta una Capilla en honor de
Isabel
La devoción era compartida por su esposo Don Fernando. El rey llevaba siempre al cuello la imagen de
Felipe II ordena que en ultramar se le erijan templos. Felipe envía continuos legados a
Roma para solicitar la definición. Su hijo Felipe IV hereda la misma devoción y manda doce embajadores. Sus ruegos alcanzan del Papa Alejandro VII la bendición para poner bajo el patronazgo de
Insisten en los pedidos del dogma Carlos II y Felipe V.
Carlos III crea
manto por él ofrecido a
Los pedidos de los reyes se unían al clamor del pueblo y a los votos de las Universidades. Los templos y monasterios, las órdenes y cofradías, y todas las ramas de las artes cantaron a
En 1621,
Señora había sido concebida sin pecado”.
El fervor mariano inspiró a Lope de Vega, Gomez Manrique, Calderón de
El “potuit, decuit, ergo fecit” de Duns Scoto fue popularizado así:
¿Quiso y no pudo? ¡No es Dios!
¿Pudo y no quiso? ¡No es Hijo!
Digan pues, que pudo y quiso.
En el campo andaluz aún se escucha el tradicional saludo, sobre todo como llamado a lascasas:
-¡Ave María Purísima!
La respuesta es también cordial invitación a entrar:
-¡Sin pecado concebida!
Ese saludo llegaría luego a nosotros para ser también un saludo argentino.
...En el firmamento
de España será divisa
decirlo ella primero:
AVE MARÍA PURÍSIMA
en el mundo, y en el cielo
hacerlo saludo eterno.
como dice Ignacio García Llorente en su España Sacramental.
En cancelas y azulejos también se lo glosaba
¡Jesús! Y qué mal haría
el que en esta casa entrara
y por olvido dejara
de decir ¡Ave María!
Como también quien, oída
palabra tan celestial
no respondiera puntual:
¡Sin pecado concebida!
Otras inscripciones eran más terminantes:
No traspase este portal
quien no jure por su vida
ser María concebida
sin pecado original.
Anotamos un último ejemplo, la encantadora estrofa que aún cantan los niños danzarines en la majestuosa Catedral de Sevilla:
Virgen pura, Inmaculada
más que el ampo de la nieve
que tritura con pie leve
la cabeza del dragón;
desde siglos Tú lo sabes,
fue la gloria de Sevilla,
aclamarte sin mancilla
en tu pura Concepción.
Estos niños son llamados seises, porque son elegidos en la edad de seis años, y bailan al
son del órgano, cánticos y castañuelas, vestidos de pajes; para el Corpus Christi , de rojo y amarillo, y para
La gran devoción de España por
“ ...a la cual le puse nombre de Isla de Santa María de
(diario de Colón)
y dice Fernando de Colón:
“a la segunda, por devoción que tenía a
Santísima, y por el principal favor que en Ella tienen los cristianos, llamó Santa
María de
(Historia del Almirante de las Indias, Don Cristóbal Colón).
Y Bartolomé de las Casas, en su Historia de las Indias, afirmando lo mismo, comenta:
“...él tenía devoción con su fiesta de
La primera fiesta que se celebró en el nuevo mundo fue precisamente la de
“por honra de la fiesta de
navíos, sacando las armas y banderas, y disparar la artillería”
(Antonio de Herrera, cronista de los viajes de Colón, 1730)
El gran Almirante que trajo
Madre de Dios. Él era un gran devoto de Nuestra Señora, un gran mariano, como diríamos hoy, que dejó numerosos nombres de
”Mando a mi heredero...que haga hacer una iglesia con su capilla en que
se digan Misas por mi alma, y de mi padre y antecesores y sucesores, la cual
iglesia o monasterio que fuere, se intitule Santa María de
(primer testamento, 25 de agosto de 1498).
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