sábado, 7 de noviembre de 2009

EL APOCALIPSIS POR CAPITULOS(I)

Autor:

Carlos Mesters oc

Cielo nuevo y Tierra nueva
Esperanza de un pueblo que sufre
El Apocalipsis de San Juan: Una clave de lectura



PRIMER CAPITULO

APOCALIPSIS: UN MENSAJE CONSOLADOR PARA EL PUEBLO PERSEGUIDO DE LAS COMUNIDADES

¿CUANDO FUE ESCRITO EL APOCALIPSIS?



El Apocalipsis fue escrito entre los años 90 y 100. No se sabe el año exacto. Para facilitar las cosas, vamos a decir que fue escrito en el año 95. Era una época de persecución.

Después de la muerte y resurrección de Jesús, el Evangelio se esparció rápidamente. En todas partes surgían pequeñas comunidades. En poco tiempo la Buena Nueva de Jesús traspasó las fronteras de Palestina. Entró en los límites del Imperio Romano: Asia Menor, Grecia, Italia. No fue un camino fácil. Hubo muchas dificultades y persecuciones, pero el sol brillaba a pesar de todo. El viento era favorable.




Sin embargo, el cielo fue cubriéndose poco a poco de nubes. Una tempestad se avecinaba. La escuela del Imperio Romano enseñaba que el emperador era el Señor del mundo (13,4.14). Y los cristianos decían lo contrario: “Jesús es el Señor de Señores!” (17,14; 19,16). ¡Y no era una pelea sólo de palabras! El imperio tenía sus dioses (2,14) y era en nombre de estos falsos dioses, en el que el emperador se declaraba Señor del mundo. Todos debían rendirle culto (13,8-15). Así, ayudado por la religión, el emperador había conseguido un sistema para controlar la vida del pueblo (13,16-17) y para explotar a los pobres, para aumentar el lujo de los grandes (18,3.9.11-19).

Para los cristianos, Dios es uno solo. Y si Dios es uno solo y Padre de todos, ¡entonces todos somos hermanos! Por esto los cristianos procuraban vivir como hermanos en nombre de su fe. Ponían en común sus bienes (Hch 2,44-45; 4,32-34). Decían que todos eran igual (Gál 3,28; 1 Cor 12,13; Col 3,11) Condenaban a los ricos que explotaban a los trabajadores (Sant 5, 1-6). No querían apoyar el sistema injusto del Imperio Romano (18,4).

Por tanto, no era una pelea sólo de palabras, ni una discusión sobre los dioses allá en el cielo. Se trataba también de la organización de la vida del pueblo aquí en la tierra. La nueva organización iniciada y anunciada por los cristianos, amenazaba el sistema del imperio. Tarde que temprano esto iba a traer un conflicto abierto. De hecho, treinta años después de la muerte de Jesús, el emperador Nerón decretó la primera gran persecución. Sucedió en el mes de julio del año 64 y fue el inicio de los males.

Volvió la paz después de Nerón. Pero no era paz. Era solamente un tregua. Todos sabían que el imperio no iba a permitir a las comunidades que creciesen y se expandiesen. Las comunidades eran como hormigas. Ponían de cabeza al sistema del imperio desde dentro. Por eso el emperador Domiciano decretó una nueva persecución alrededor del año 90, esta vez más violenta y mejor organizada. Domiciano torturaba a los cristianos para forzarlos a abandonar su fe.

Por eso al llegar el fin del primer siglo, parecía haber llegado también el fin de la marcha de las comunidades. Las puertas estaban cerradas. Todo el poder del mundo se volvía contra los cristianos. Muchos abandonaban el Evangelio por miedo y se pasaban al lado del imperio. En la comunidad se decía: “¡Jesús es el Señor!” Pero fuera, el emperador de Roma era quien mandaba realmente como Señor todopoderoso. Y es en este fin del primer siglo, época de persecución, cuando fue escrito el Apocalipsis.

¿PARA QUIENES FUE ESCRITO EL APOCALIPSIS?

Juan escribió el Apocalipsis para el pueblo de las pequeñas comunidades esparcidas por el Imperio Romano, sobre todo por Asia Menor (1,4.11). ¿Cuál era la situación de ese pueblo?

Era un pueblo perseguido (1,9). En el momento de escribir el Apocalipsis, el mismo Juan estaba preso por causa de su fe (1,9). La persecución era violenta (12,13.17; 13,7). Había prisioneros (2,10) y muchos ya habían sufrido el martirio (2,13; 6,9-11; 7,13-14; 16,6.17; 18,24; 20,4). Era muy difícil mantener la fe (2,3-4). El control de la policía era total; nadie podía escapar a su vigilancia (13,16). Quien no apoyaba el régimen del imperio, no podía vender ni comprar nada (13,17). La propaganda era enorme (13,13) y se infiltraba en la comunidades (2,14.20). El emperador era presentado como si fuera un nuevo Jesús. Hasta decían que él había resucitado (13,3.12.14). La tierra entera lo adoraba como si fuera un dios y apoyaba su régimen (13,4.12-14).

El pueblo de las comunidades tenía además otras dificultades. Estaba el cansancio natural después de tantos años de caminar (2,2). Había bajado el entusiasmo del primer fervor (2,4). Estaban los falsos líderes que se presentaban como apóstoles y no lo eran (2,2). Corrían doctrinas equivocadas que traían confusión (2,6.15); las persecuciones por parte de los judíos (2,9; 3,9); el problema de otras religiones que se mezclaban con la fe en Jesús (2,14-15.20). Algunas comunidades se estaban muriendo (3,1); otras, aunque debiluchas, continuaban firmes en la fe (3,8). En general era gente pobre y hasta indigente (2,9). Las comunidades más ricas se acomodaban engañadas por su riqueza (3,16-17). ¡No eran ni frías, ni calientes! (3,15).

Es para este pueblo de las pequeñas comunidades, para quien Juan escribe su libro. Como hoy, también en aquel tiempo eran los débiles y los pobres los que continuaban firmes en la fe y en la lucha. Había quienes confundían las cosas, sin entender su sentido correcto. ¡Todos perseguidos! ¡Todos necesitados de una palabra de luz, de aliento, de coraje! En aquel tiempo eran otros los nombres. Hoy ellos se llaman María José, Antonio y Raimundo...

¿QUIEN ESCRIBIO EL APOCALIPSIS?

El autor del Apocalipsis no firmó su libro, ni puso fecha. Poco sabemos de su vida, pero dejó algunas informaciones. El se presenta así: “Yo, Juan, hermano de ustedes, con quienes comparto las pruebas, el reino y la perseverancia en Jesús, me encontraba en la Isla de Patmos a causa de la Palabra de Dios y por haber dado testimonio de Jesús” (1,9).

Su nombre es Juan. No muestra ningún título, ni de obispo, ni de padre, ni de evangelista, ni de apóstol. El título que vale para él es: “Hermano y compañero en la tribulación” (1,9). El mismo es un perseguido por causa de su fe. Sufre lo mismo que los otros. Conoce por dentro el drama de los compañeros y por esto, está en condiciones de animarlos.

Juan tiene conciencia de ser el portador de una profecía de parte de Dios para el pueblo de las comunidades (1,1-3; 22,6-8). Se presenta con autoridad y pide obediencia (22,18-19). Su autoridad viene de la palabra de Dios (1,2). El mismo encarnó esta palabra en su propia vida (10,8-11) y por eso tiene autoridad para hablar.

Parece ser que Juan era el coordinador general de las comunidades del Asia Menor, pues para ellas envía su libro (1,14.11). Además de eso, está bien compenetrado de la situación, y de los problemas de cada una de las siete comunidades, como lo demuestra en las siete cartas (2,1-3.22). A pesar de su autoridad, Juan parece haber sido un persona humilde, que no tenía miedo ni vergüenza de confesar lo que no sabía (5,4; 7,13-14).

Juan no escribe para todos indistintamente. El escribe para los “hermanos y compañeros” perseguidos (1,9). A primera vista él sólo se dirige a los hermanos perseguidos de las “siete comunidades que están en el Asia” (1,4.11). Pero muchas veces el número siete significa todos en el Apocalipsis. Y así, escribiendo para aquellas siete comunidades, Juan quiere orientar y animar a todas las comunidades, inclusive a las de hoy en día.

¿QUE ES LO QUE EL APOCALIPSIS TIENE QUE DECIR AL PUEBLO DE LAS COMUNIDADES?

Apocalipsis es palabra que viene del griego y quiere decir revelación. Revelación es lo mismo que quitar el velo, develar. Cuando una cosa está cubierta por un velo, nadie puede verla. ¿Cuál es ese asunto encubierto del cual Juan va a levantar el velo para mostrarlo al pueblo?

El asunto encubierto era la propia situación del pueblo de las comunidades. Nadie observaba clara y correctamente las cosas. Ya no entendían la persecución. El pueblo estaba impaciente y decía: “¿Hasta cuándo, Señor?” (6,10). Si Dios era el dueño del mundo, ¿cómo permitía él esa persecución tan prolongada? Dios parecía haber perdido el control de la situación: ¡el emperador de Roma era el que realmente mandaba en el mundo!

Ahora bien, el Apocalipsis es la respuesta de Dios al pueblo afligido y perseguido de las comunidades. Fue escrito por orden de Dios (1,11.19), para ser revelación. Esto es, para levantar el velo y esclarecer la situación del pueblo con la luz de la fe. El libro comienza con estas palabras solemnes: “Revelación de Jesucristo” (1,1).

Por medio de esta “revelación de Jesús” que es transmitida por Juan, Dios va a quitar el velo y revelar al pueblo su plan de salvación, etapa por etapa. Va a “mostrar a sus siervos las cosas que deben suceder muy pronto” (1,1). Va a dar luz al pueblo y a desenmascarar las falsas propagandas del imperio.

Las cosas que Dios realiza para su pueblo, “tanto las cosas presentes, como las que deberán suceder después de éstas” (1,19), se dan en los mismos acontecimientos de la vida. Pero el pueblo no se daba cuenta y por eso se encontraba impaciente, triste. Para poder percibir la acción de Dios dentro de la vida no basta que Juan levante el velo. Es necesario que el pueblo colabore escuchando y practicando la palabra de Dios que Juan le transmite. Así re-encontrará la alegría. “¡Feliz el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía, si practicaran lo que en ella está escrito, pues el tiempo está cerca!” (1,3).

Esta es la Buena Nueva que el Apocalipsis quiere revelar al pueblo de las comunidades: “¡El tiempo está ya cerca!” (1,3). Dentro del tiempo de la historia marcado por las persecuciones, existe el tiempo de Dios, la hora de Dios, el plan de Dios. Este plan entró en su fase final. Se agotó el plazo. ¡Dios está por llegar! El Apocalipsis va levantando el velo para que el pueblo descubra dentro de los acontecimientos de la persecución, la Buena Nueva de la llegada de Dios, que viene para liberarlo.

SEGUNDO CAPITULO

QUITAR EL VELO DE LOS ACONTECIMIENTOS Y ANUNCIAR LA BUENA NUEVA DE JESUS AL PUEBLO OPRIMIDO

LAS DIFERENTES MANERAS DE ANUNCIAR

LA BUENA NUEVA DE JESUS

Hoy en día existen varias maneras o formas de transmitir un mensaje. Se puede usar la forma de historietas populares, o de tiras cómicas. También se usa la forma de un canto, sea una polca o una canción religiosa. También temas escritos, o círculos bíblicos. La elección depende del caso, o del estilo personal. Depende también de la situación del pueblo al que se dirige. ¡Depende de tantas cosas!

Así también, en tiempo de los primeros cristianos había varias formas de transmitir la Buena Nueva de Jesús. Existía el método utilizado por los cuatro evangelistas, o el estilo en forma de historia usado por Lucas en los Hechos de los Apóstoles. Existía otra forma de comunicar el mensaje, el usado por San Pablo, la carta. Otros utilizaban los cantos: María (Lc 1,46-56),o Zacarías (Lc 1,67-79). Había también otra manera: en forma de Apocalipsis.

El Apocalipsis era un forma inventada para anunciar la Buena Nueva en época de persecución y de cambio. Había muchos Apocalipsis en aquellos tiempos, como también muchos evangelios, muchas historias y muchas cartas. pero no todo entró en el Nuevo Testamento. Por disposición del Espíritu Santo, manifestado a través del acuerdo común de las comunidades, sólo entraron cuatro evangelios: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Se eliminaron los otros. Sólo entró una historia, la de los Hechos de los Apóstoles. Sólo entraron 21 cartas: 14 de Pablo, 3 de Juan, 2 de Pedro, 1 de Santiago y 1 de Judas. Las otras, como por ejemplo las de Ignacio, quedaron fuera. Y sólo entró un único Apocalipsis, el de Juan. Los otros se descartaron.

¿COMO ANUNCIA EL APOCALIPSIS

LA BUENA NUEVA DE JESUS?

El Apocalipsis es, ante todo, un mensaje de consuelo y de esperanza para un pueblo en crisis, amenazado en su fe a causa de los cambios y de las persecuciones. El Apocalipsis quiere ayudar al pueblo a encontrarse nuevamente con Dios, consigo mismo y con su misión. Quiere animarlo a no desistir de la lucha y quiere armarlo mejor para el combate.

Por esto, ¡cualquiera interpretación del Apocalipsis hecha para meter miedo al pueblo, o para aumentar su desánimo, debe ser considerada como errada y falsa! ¡Sería lo mismo que el usar al sol para mojar, o al agua para secar!

1. ¿Cómo enfrenta el Apocalipsis la crisis de fe

del pueblo de las comunidades?

La crisis de fe tenía dos causas. La causa externa era el conjunto de sucesos de la persecución y los cambios en la sociedad. La causa interna era la falta de visión del propio pueblo perseguido. Por tal razón Jesús parecía estar ausente para el pueblo. Dios parecía haber perdido el control de la situación. Los opresores parecían ser los dueños de la historia. Y muchos preguntaban: “¿Será que vale la pena continuar participando en la comunidad?”.

El Apocalipsis enfrenta el problema revelando la otra cara de los acontecimientos, el lado oculto. Ilumina los hechos con la luz de la fe y descubre que:

a) Los acontecimientos no se están escapando de la mano de Dios. A pesar de todas las apariencias en contra, Dios mantiene el control de la situación. Jesús está presente en la realidad de los hechos como Señor todopoderoso de la historia. La historia camina dentro de los planes establecidos por Dios.

b) El poder de los poderosos no pasa de ser un engaño. Parecen ser los dueños del mundo, pero no pasan de ser meros funcionarios de segunda categoría. Aún sin quererlo, o sin saberlo, ellos están contribuyendo a la realización del plan de Dios. El emperador no pasa de ser un pobre infeliz, por más que grite y que oprima a los cristianos. Su poder está limitado por Dios. ¡Su destino será la derrota total!

Este es el otro lado de los acontecimientos, el lado oculto que sólo ven los ojos de la fe. Son las “cosas que deben pasar muy pronto” (1,1). ¡DEBEN suceder! Nadie va a poder impedir la realización del plan de Dios. ¡Dios es más fuerte!

2. La Buena Nueva que nace de los sucesos

cuando son leídos a la luz de la fe

Levantando el velo, Juan hace aparecer ante los ojos del pueblo la Buena Nueva que estaba ahí, dentro de los acontecimientos y que el pueblo no veía. La Buena Nueva es esta: ¡Dios es el Señor de la historia! El entregó todo su poder a Jesús. Ahora, ¡Jesús conduce a su pueblo hacia la victoria final! Nadie, por más fuerte que sea, conseguirá cambiar el rumbo del plan de Dios. Los opresores del pueblo ya van a ser derrotados y condenados, ¡todos! La resurrección de Jesús es la prueba que garantiza todo esto.

Por medio de este anuncio fuerte y vigoroso, el Apocalipsis cambia de lugar el peso de la balanza de la vida. Disminuye la carga de la persecución que pesaba en un lado. Fortalece el peso de la fe del otro lado. Y el pueblo se equilibra de nuevo en la vida. Ahora ya no es la persecución la que debilita la fe, sino que es la fe renovada e iluminada por la comprensión real de los sucesos, la que debilita el poder de los poderosos. El rostro de Dios reaparece en la vida. El pueblo agradece, estalla en cánticos de alegría y se dispone a resistir. Entona ya mismo el “canto nuevo” de victoria como Miryam, hermana de Moisés, después de la travesía del Mar Rojo (Ex 15,20-21).

LA BUENA NUEVA DEL APOCALIPSIS:

UNA MUSICA CANTADA A TRES VOCES DIFERENTES

Ya debes haber notado la diferencia entre el primero y el segundo capítulo de este libro. En el primero señalé muchos textos para que tú pudieras verificar en el mismo Apocalipsis las cosas que yo afirmaba. Hasta ahora en este segundo capítulo no he señalado casi ningún texto del Apocalipsis. ¿Y sabés por qué? Porque la Buena Nueva de Jesús está esparcida por todas las páginas del Apocalipsis. Es difícil decir: “¡Ella está en éste o en aquel texto!”. La Buena Nueva está en el corazón, en los ojos y en la mano de Juan y, por eso, acabó por desparramarse en todos los textos. También tú coloca la Buena Nueva de Jesús en tu corazón, en tus ojos y en tus manos y podrás reencontrarla en todos los textos. En ellos se aclara el Apocalipsis desde dentro. La Buena Nueva es como el lecho de un río que se ve cuando el agua está limpia y cristalina. En el Apocalipsis, el lecho de la Buena Nueva se ve en todas partes.

La Buena Nueva en el Apocalipsis es siempre la misma, pero es visto de tres diferentes maneras en las tres partes que componen el libro:

1. La carta para las siete comunidades (1,1-3,22)

Presenta la Buena Nueva de Jesús como exigencia de fidelidad y de compromiso. Escrita por orden de Dios (1,11), esta carta comienza con una introducción bastante larga (1,4-20) que sirve de introducción a todo el libro del Apocalipsis. Enseguida siguen siete pequeñas cartas para las siete comunidades (2,1,3,22).

2. La primera lectura de los acontecimientos de la persecución (4,1-11,19)

Presenta la Buena Nueva de Jesús como anuncio de liberación para el pueblo oprimido. La caminata de las comunidades es vista como un nuevo éxodo; Dios está liberando nuevamente a su pueblo de las garras del faraón. Algunos hallan que esta primera reflexión sobre la persecución ya había sido hecha en tiempos del emperador Nerón, esto es, en el año 64.

3. La segunda lectura de los acontecimientos de la persecución (12,1-22,21)

Presenta la Buena Nueva de Jesús como juicio y condenación de los opresores del pueblo. La historia de la humanidad es vista como un juicio de Dios. Esta segunda reflexión es muchos más concreta que la primera. Todo indica que fue hecha en tiempos del emperador Domiciano, esto es, hacia el año 95.

Estas tres formas diferentes de presentar la misma Buena Nueva, son como tres hilos trenzados que, juntos, forman la cuerda del Apocalipsis. Cuerda fuerte, capaz de sustentar la fe del pueblo de las comunidades y de amarrar a sus opresores durante mil años (20,1-3). Son como una única melodía, cantada a tres voces diferentes.

¿COMO SE QUITA EL VELO DE UN HECHO?

Quien transmite un mensaje en forma de verso corto, debe conocer el ritmo de la poesía del pueblo. Quien anuncia una noticia en forma de tiras cómicas, debe saber dibujar. Y quien anunciaba la Buena Nueva de Jesús en forma de un Apocalipsis, ¿qué es lo que debía saber? ¿Cuál era el instrumento que debía usar? ¿Qué hacía en concreto para quitar el velo de un hecho y revelar dentro de éste la presencia de la Buena Nueva?

Sobre todo, hacía dos cosas:

1. Expresaba todo por medio de visiones y de símbolos.

Este es el aspecto que a nosotros nos causa hoy más dificultades. Juan no usa un lenguaje común. Se expresa por medio de visiones extrañas, llenas de símbolos. Mucha gente deja de leer el Apocalipsis porque no entiende nada de esas visiones que aparecen en todas sus páginas.

2. Dividía la historia en etapas y presentaba como profecía lo que ya pertenecía al pasado.

A veces la gente no sabe si Juan está hablando del pasado, del presente, o del futuro. Además de eso, no queda claro si aquellas etapas son etapas reales de la historia del pueblo de las comunidades o si tienen otro significado.

En los próximos capítulos vamos a ver muy de cerca cómo usó juntos estos dos instrumentos en el libro del Apocalipsis. Es la parte más difícil, pero es aquí donde está escondida la llave que nos abre la puerta principal del Apocalipsis. Busquémosla.


No hay comentarios:

Publicar un comentario