viernes, 30 de octubre de 2009

EL SACRAMENTO DEL ORDEN(II)

8.-TRABAJAN POR EL REINO DE DIOS:

-Cuando uno se hace Sacerdote, se hace para trabajar por y para el Reino de Dios. Los cristianos católicos sabemos que en esta vida hay mucho más que las cosas materiales y los placeres. Por tanto, en la vida de un sacerdote, él busca la manera de servir a Dios y a los demás. La mayoría de las personas le sirven a Dios en el estado de vida matrimonial o siendo solteros, y esas son vocaciones maravillosas. Pero algunos son llamados de manera especial a servir a Dios y a la comunidad. Son llamados a ser sacerdotes. Son llamados a ser instrumentos de la gracia de Dios, portadores de su perdón, predicadores de la Palabra que da la vida eterna, celebrantes de los misterios de Dios en los momentos más significativos y en los ordinarios de la vida de las personas. Ellos son llamados a seguir a Jesús totalmente con la misma generosidad y perseverancia que Él demostró durante su vida. Esta llamada al sacerdocio viene de Dios.

20 Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban Marcos 16:20

9 ya que somos colaboradores de Dios y vosotros, campo de Dios, edificación de Dios. 1Cor 3:9

7 En cuanto a mí, de todo os informará Tíquico, el hermano querido, fiel ministro y consiervo en el Señor,
8 a quien os envío expresamente para que sepáis de nosotros y consuele vuestros corazones.
Colosenses 4:7-8




9.-VOTOS Y TIPOS DE SACERDOCIO:

SACERDOTE DIOCESANO:

Jesucristo ha querido llamar a algunos hombres para que continúen su misión haciendo presente su sacrificio a los hombres a través de la celebración de la Eucaristía y de los sacramentos. Su misión fundamental es apacentar al rebaño de Cristo, haciendo las veces del Señor, que es el Buen Pastor por excelencia. Son los sacerdotes.

Ahora bien, un sacerdote puede pertenecer a una diócesis, que es, por decirlo en modo simple, una zona geográfica en la que la Iglesia peregrina, y que está presidida por un obispo, sucesor de los apóstoles. El sacerdote diocesano recibe el sacramento del orden para apacentar esa porción de la Iglesia. Se suele formar en el seminario de una diócesis y está a la entera disposición del obispo diocesano. El sacerdote diocesano hace una promesa de castidad al recibir el diaconado (lo hacen también los religiosos) y de obediencia a su obispo. En cuanto a su espiritualidad, cada sacerdote diocesano puede elegir la que más le ayude: algunos buscan ellos su propio camino, otros se suman a la espiritualidad franciscana, o carmelita, o del Opus Dei, o del movimiento de los Focolares, o de los jesuitas, o del Regnum Christi, o de muchas otras realidades en la Iglesia.

SACERDOTE RELIGIOSO:

El sacerdote religioso, además de los compromisos propios del estado sacerdotal, se vincula a una congregación u orden aprobada por la Iglesia a través de los votos de pobreza, castidad y obediencia y el compromiso de vivir según unas Constituciones o Reglas de su instituto. Viven en comunidad y tienen un superior. Dependen también del obispo en el ejercicio de su apostolado, en la fidelidad a la doctrina de la Iglesia, etc. pero en la vida interna de su comunidad dependen más bien de su superior.

El sacerdote religioso participa del carisma de su comunidad o congregación. Así, además de ejercer su ministerio sacerdotal, la labor de su congregación y la misión que le confía colorea toda su vida: atención a los enfermos, a los más pobres, educación de la juventud, formación de otros sacerdotes, investigación, etc. También pueden colaborar con los obispos diocesanos en sus parroquias.

No sé si esto te ayude a ver las diferencias. Aunque las hay, tanto religiosos como diocesanos tienen también muchas cosas en común, pues participan del único sacerdocio de Cristo y gozan de la misma fraternidad sacerdotal en las diócesis.

Puedes profundizar más en esto leyendo los documentos del Concilio Vaticano II que se llaman Presbyterorum Ordinis y Perfectae Caritatis.

VOTOS:

Un voto es una promesa solemne hecha libremente por un hombre o mujer que le entrega su vida a Dios. Los miembros de las comunidades religiosas hacen votos de pobreza, castidad y obediencia. Un sacerdote diocesano no hace un voto, sino una promesa, aunque con la misma solemnidad, de guardar la castidad y él promete solemnemente obediencia a su obispo local y a sus sucesores. Y a pesar de que no hace un voto de pobreza, se espera que viva un vida sencilla, modesta y libre de todo interés material y de todo apego al dinero y a los bienes.

Estos “Votos” son promesas que se hacen a Dios, y son regulados por la ley canónica de la Iglesia. Los votos sacerdotales generalmente incluyen pobreza, castidad y obediencia.

Estos votos son promesas gobernadas por la ley canónica y por los documentos legislativos de la comunidad en que se hacen. Romper un voto equivale a romper una promesa hecha a Dios y es lo peor que mentir, y por tanto constituyen un pecado adicional contra el octavo Mandamiento.

10.-VOCACION SACERDOTAL:

Como en el amor humano, en la vocación sacerdotal no hay reglas absolutas. Se puede, sin embargo, tener en cuenta algunos aspectos o rasgos generales que ayudan a discernir si un joven está siendo llamado por Dios o no.

1. Vida en Gracia.

Podemos decir que el fin último del ministerio sacerdotal es lograr que todos los hombres vivan en Gracia de Dios y así se salven eternamente, como lo indica el Concilio ya citado. Para eso vivió, murió y resucitó Jesucristo Nuestro Señor, para darnos Vida Eterna. Sería por tanto una contradicción pensar en dedicar la vida entera a este fin, desde una condición permanente de pecado mortal.

Los cristianos, auxiliados por los Sacramentos, debemos y podemos vivir permanentemente en Gracia. Es por eso que recibe el nombre de Gracia Habitual. Siendo frágiles cualquiera puede en un momento dado cometer un pecado mortal y verse así privado de la Vida Divina, pero eso sería la excepción. Un buen católico no tolera vivir en pecado y busca la Reconciliación con Dios en el Sacramento de la Penitencia lo más pronto posible.

Cuando un muchacho vive normalmente en pecado ya sea por vicios adquiridos o por decisiones equivocadas, como puede ser el tener una amante, no puede pensar en serio en el sacerdocio. Algunos grandes Santos han sido también anteriormente grandes pecadores, pero respondieron al llamado Divino convirtiéndose sinceramente dejando su condición de pecadores. San Agustín es un ejemplo clásico de ello.

2. Gusto por las cosas de Dios.

Muy raro sería que se manifestara una vocación en un muchacho tibio y desapegado. Por lo general, existe una inclinación, tal vez heredada y vivida en la familia, hacia lo religioso. Familias profundamente religiosas, donde Dios está presente, donde la oración es frecuente y la asistencia a Misa es gozosa y festiva, no es raro que se vean bendecidas con el llamado de alguno de sus hijos al estado sacerdotal.

El gusto por las cosas de Dios, a pesar del mal ambiente familiar, puede llegar súbitamente como un magnífico descubrimiento a partir de un encuentro con Cristo, por ejemplo en una Jornada de Vida Cristiana o un Retiro Espiritual. De pronto Dios es el personaje más importante en la existencia y todo lo que tenga que ver con El es maravilloso: Biblia, Sacramentos, catequésis, apostolado, parroquia, oración, obras de caridad, liturgia, etc... No es de extrañar, por lo tanto, que se diga: "Esto es lo mío" y piense en entrar al seminario.

3. Capacidad intelectual.

Cuando un joven ha podido terminar estudios equivalentes a la preparatoria o vocacional, está demostrando al menos dos cosas: cierta capacidad intelectual y haber tenido la disciplina suficiente para obtener un certificado. Podemos sospechar que los estudios sacerdotales no serán un obstáculo infranqueable. En el seminario se estudia mucho y por largos años. Por lo general son tres años de filosofía y cuatro de teología, aparte de un año de noviciado si el muchacho quiere pertenecer a una congregación religiosa. Es por eso que hacen falta tanto la inteligencia como la perseverancia. Los sacerdotes, al final de sus estudios, son tan profesionistas o más, que un licenciado, ingeniero o doctor. Ojalá los católicos remuneraran sus servicios pastorales al mismo nivel que pagan los servicios profesionales de un médico o un abogado...

4. Equilibrio emocional.

El ministerio sacerdotal y la vida misma en el seminario, van a someter al candidato a duras pruebas y presiones. Es por eso que se requiere de una estabilidad bien cimentada. Las personas frágiles, volubles, en extremo emotivas, desequilibradas, no son aptas para el sacerdocio y tal vez ni para el matrimonio. Cuando se tiene sobre los hombros la responsabilidad de una parroquia o la dirección de una escuela, cuando los problemas de la gente llegan por todos lados, cuando hasta las tentaciones acechan, es necesario poseer una ecuanimidad y un dominio de sí a toda prueba. Una persona sin esas cualidades será un problema permanente tanto en el seminario como ya en la vida ministerial.

5. Vida de castidad.

Relacionada con la estabilidad emocional viene la capacidad de vivir en castidad perfecta. Desde el siglo IV (386) el Papa Siricio hizo ley Eclesiástica lo que ya se venía practicando desde mucho antes: el celibato sacerdotal. Muchos cristianos, siguiendo el ejemplo de San Pablo, permanecían en el celibato para poder dedicarse completamente al servicio de Dios (I Cor.7,32-35).

En un mundo sexualizado al máximo, en donde se concede un valor absurdo e indiscutible a la actividad sexual, sea del tipo que sea, el voto de castidad parece una locura incomprensible. El mismo Señor Jesús apuntó tanto la grandeza de la castidad "por el Reino de Dios", como la incomprensión del mundo hacia esa actitud (Mt. 19,12).

Muy en contra de lo que nos bombardean los medios masivos de comunicación, la obligación de la castidad es absoluta para los solteros ("No fornicarás") y aún los casados deben comportarse dentro de su matrimonio según la ley de Dios en lo que podemos llamar "castidad matrimonial".

El candidato al sacerdocio es invitado a continuar viviendo la castidad del célibe cristiano, permanentemente, por el Reino de los Cielos. Si ya desde joven ha comprobado tristemente que no le es posible la continencia, debe antes de atreverse a emitir el voto de castidad, comprobar que ha superado esa debilidad y puede en el futuro ser fiel a su promesa.

El voto de castidad hace del sacerdote y del religioso, no solamente un hombre libre de las cargas inherentes a la vida de familia, sino también un signo impactante para el mundo, de los valores trascendentales del Reino de Dios. El que un hombre renuncie a una cosa tan de acuerdo con la naturaleza humana, como es formar una familia, supone un acto de fe formidable en la Vida Eterna de la Gloria. El sacerdote es una flecha que apunta hacia el más allá y nos dice que las realidades temporales, por legítimas que sean, no son las definitivas, no son las más importantes. Poder sacrificar el presente como los mártires por el Reino de los Cielos, es una gran señal para todo el mundo.

Es tal vez por eso que el sacerdote católico es un personaje permanente en novelas, películas y series televisivas. Es un hombre extraordinario, que motiva o molesta. Su celibato, el secreto de confesión, su fidelidad a su fe, lo hacen interesante de cualquier manera. Por desgracia no siempre aparece en las pantallas con veracidad. Los productores y autores son capaces de desfigurar totalmente la figura sacerdotal con tal de causar impacto: ni al Papa respetan.

En cambio los pastores protestantes no son noticia. Siendo como son hombres casados, cuando aparecen los vemos como buenas personas predicando su religión y sumergidos en todos los problemas que el matrimonio conlleva.

Es por estas razones y muchas otras, que la Iglesia no modifica la ley del celibato sacerdotal. Aunque muchos jóvenes no opten por el sacerdocio debido precisamente al reto que representa dicho voto, aunque haya de vez en cuando, por desgracia, escándalos debidos a la debilidad humana, el celibato permanecerá vigente en la legislación eclesiástica aunque no sea mandamiento Divino. Más adelante, cuando tratemos de la Vida Religiosa, ampliaremos el tema del voto de castidad que también emiten los religiosos y las religiosas.

6. Amor a la Iglesia.

El
sacerdote trabaja tiempo completo por el Pueblo de Dios: todas sus energías, proyectos, ilusiones, van encaminadas a la instauración del Reino de Dios en la tierra, extendiendo sus límites a los confines del mundo. En otras palabras, toda su vida en una apasionada entrega a la Iglesia.

Un muchacho que ha descubierto el proyecto de Dios, ama ya a la Iglesia y trabaja por ella en obras de apostolado desde su posición laical. No solamente medita directamente el Evangelio, sino que estudia asiduamente los documentos del Magisterio, tan importantes como aquél. Escucha atentamente la voz del Papa y del Concilio, se interesa en los acontecimientos eclesiales como pueden ser los viajes pastorales del Papa, las reuniones episcopales como el CELAM, etc... Es en otras palabras, un "hombre de Iglesia". Ingresar al seminario no sería sino un lógico paso en la entrega ya iniciada en su parroquia o en algún movimiento apostólico.

6.
Amor a la Eucaristía.

Podem
os decir que la cumbre del ministerio sacerdotal es la celebración de la Santa Misa. Es cuando un sacerdote es más sacerdote. Es cuando los poderes sacerdotales rayan en lo inaudito: ¡consagrar el pan y el vino para ofrecer al Padre la Víctima Divina y luego repartirla al pueblo fiel!
¿Cómo pensar en una vocación al sacerdocio que no tenga como meta la celebración de la Eucaristía? ¿Cómo podría existir una tal vocación en un muchacho que ni asiste a Misa ni comulga jamás? La intimidad con Jesús Eucaristía es uno de los signos más claros del llamado al sacerdocio. Pasar largos ratos ante el Sagrario, participar gustosamente en la Misa, comulgar no tan solo los domingos, sino a diario si es posible, sería lo más lógico en el proceso hacia el sacerdocio.

7.
Actividad Apostólica.


Se ha mencionado que el candidato, por su amor a la Iglesia, participa en el apostolado. Del mismo modo como un chico que desea ser futbolista se pasa el día pateando pelotas y no pierde ocasión de jugar, el muchacho que es llamado al sacerdocio, se interesa por las obras de apostolado generosamente. Tal vez no lo reflexione ni se dé cuenta, pero el apostolado se convierte en el valor principal en su vida. Podemos decir que el celo apostólico es un signo y un camino de la vocación sacerdotal.

10.-EL SACRAMENTO DEL ORDEN EN LA HISTORIA DE LA IGLESIA:

"Dado que, por tanto, que tengo, en las personas antes mencionadas, vio toda la multitud de que en la fe y el amor, os exhorto a estudiar para hacer todas las cosas con una armonía divina, mientras que su obispo preside en el lugar de Dios, y su presbíteros en el lugar de la asamblea de los apóstoles, junto con sus diáconos, que son los más queridos para mí, y se les ha confiado el ministerio de Jesucristo, que estaba con el Padre antes del comienzo del tiempo, y al final se reveló. ¿Os todos entonces, imitando la misma conducta divina, la remuneración respecto a los demás, y que nadie mira a su vecino después de la carne, pero vosotros continuamente unos a otros en el amor de Jesucristo. Que nada que existen entre los que podrá dividir; pero se os unidos con su obispo, y los que presiden, como un tipo y las pruebas de su inmortalidad ".
Ignacio de Antioquía, Epístola a los Magnesians, 6 (AD 110), en ANF, I: 61

"Dado que, según mi opinión, las calificaciones en la Iglesia, de los obispos, presbíteros, diáconos, son imitaciones de la angelical gloria, y de esa economía, que las Escrituras dicen, espera a aquellos que, siguiendo las huellas de los apóstoles, han vivido en la perfección de la justicia de acuerdo con el Evangelio. Por estas adoptadas en las nubes, el apóstol escribe, primero ministro [como diáconos] y, a continuación, se clasificarían en el presbiterio, por la promoción en la gloria (por la gloria se distingue de la gloria) hasta que crecen y se convierten en "un hombre perfecto». " "
Clement of Alexandria,Stromata,13(AD 202),in ANF,II:505 Clemente de Alejandría, Stromata, 13 (AD 202), en ANF, II: 505


"Para Flavio Philagrius, y Flavio Palladius, Ducenary, Oficial del Palacio, y el Contralor, a Flavio y Antonino, Comisario de las disposiciones, y Centenario de la mayoría de mis ilustres señores prefectos de lo sagrado pretorio, estos de los presbíteros y diáconos de la Mareotis, un hogar de la Iglesia Católica que está bajo el más reverendo obispo Atanasio, nos dirigimos a este testimonio por las personas cuyos nombres están suscritos: - Considerando que Theognius, Maris, Macedonius, Theodorus, Ursacius, y Valens, como si se envía por parte de todos que los obispos reunidos en Tiro, entró en nuestra Diócesis alegando que habían recibido órdenes de investigar determinados asuntos eclesiásticos, entre los que se habla de la ruptura de una copa del Señor, de los cuales la información fue dada por Ischyras, a quien trajo ellos, y que dice que él es un Presbítero, aunque no lo es, para él fue ordenado por el Presbítero Colluthus que pretendía el Episcopado, y después fue ordenado por un Consejo conjunto, por Hosius y los obispos que estaban con él, a ocupar el lugar de un Presbítero, como lo era antes y, en consecuencia, todos los que fueron ordenados por Colluthus reanudado el mismo valor que tenían antes, y así Ischyras sí mismo resultó ser un laico, - y la iglesia que dice que ha , nunca fue una iglesia en absoluto, sino una muy pequeña casa perteneciente a un niño huérfano de la denominación de ision, - por esta razón que hemos ofrecido este testimonio, adjuring por Dios Todopoderoso, y por nuestros señores Constantino Augusto, y los más ilustres Caesars sus hijos, para que estas cosas a los conocimientos de su piedad. Para él no es un Presbítero de la Iglesia Católica tampoco poseen una iglesia, ni ha sido nunca un vaso roto, pero la historia es falsa y una invención. Fechada en el consulado de Julio Constantius el más ilustre patricia, hermano de los más religiosos emperador Constantino Augusto, y de Rufinus Albino, la mayoría de los hombres ilustres, en el décimo día del mes Thoth. Estas fueron las cartas de los presbíteros. "
Atanasio, Defensa contra los arrianos, 76 (AD 347), en NPNF2, IV: 140


"Tengan cuidado no sea que nunca has llegado como Simon expendedoras a la del Bautismo en la hipocresía, tu corazón, mientras que la no búsqueda de la verdad. Es nuestra protesta, pero es seguro que tu a ti mismo. ... Si en la fe, bendito eres tú, si has caído en la incredulidad, a partir de este día en adelante emitidos fuera tu incredulidad, y recibir todas las garantías. En efecto, en la temporada de bautismo, cuando tú eres ante los obispos, presbíteros o, o diáconos, - (forits la gracia está en todas partes, en las aldeas y en las ciudades, de ellos como de baja en ellos de alto grado, de siervos y libres, por esta gracia no es de los hombres, mas la dádiva de Dios es a través de los hombres) - enfoque el Ministro del Bautismo, pero cerca, creo que no de la cara de lo ves, pero recuerde que este Espíritu Santo, de los cuales estamos hablando ahora. Él está presente en buena disposición para sellar tu alma, y Él te dará ese sello en el que los malos espíritus temblar, una celestial y sello sagrado, como también está escrito, en los cuales habéis creído también, y fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa. "
Cirilo de Jerusalén, Catequístico Conferencias, XVII: 35 (AD 350), en NPNF2, VII: 132

"Por lo tanto, el bien del matrimonio en todas las naciones y todos los hombres está en el momento de generación, y la fe de la castidad, pero, por lo que se refiere hasta el Pueblo de Dios, también en la santidad del sacramento, en razón de que se ilegales para que deja a su marido, incluso cuando se ha puesto lejos, para casarse con otro, mientras su marido vive, no hay ni siquiera en aras de tener hijos: y, que ésta es la sola causa, por lo que el matrimonio se lleva a cabo, ni siquiera cuando esa misma cosa, por lo cual se lleva a cabo, no sigue, es el vínculo matrimonial suelto, salvo por la muerte del marido o la mujer. De la misma manera como si no llevará a cabo una ordenación de sacerdotes con el fin de formar una congregación de personas, aunque la congregación de personas que no siguen, sin embargo, sigue habiendo personas en el ordenado el Sacramento de la Ordenación, y si, por cualquier falta, cualquier ser removido de su cargo, no será sin el sacramento del Señor, una vez conjunto de todos sobre él, aunque continúa hasta la condena ".
Agustín, Por el bien de matrimonio, 24:32 (AD 401), en NPNF1, III: 412

"Cuando un sacerdote es ordenado, mientras que el obispo es blendecido y la celebración de sus manos sobre su cabeza, que todos los sacerdotes también, que están presentes, mantenga sus manos cerca de las manos del obispo sobre su cabeza."
Concilio de Calcedonia, Canon 3 (AD 451), en DEN ,62-63

¡Dios les Bendiga!

Fuente:

http://www.corazones.org/sacramentos/orden_sac/a_orden.htm
http://www.rosario.org.mx/liturgia/orden%20sacerdotal.htm
http://www.made-inbet.net/archive/catechism_sp/p2s2c3a6_sp.html
http://www.es.catholic.net/conocetufe/365/823/articulo.php?id=8448
http://www.es.catholic.net/conocetufe/365/823/articulo.php?id=8532
http://www.bringyou.to/apologetics/apolog.htm
http://socrates58.blogspot.com/
http://www.cin.org/users/jgallegos/contents.htm

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